En el sur de Madagascar, comer cactus o cuero para sobrevivir


La sequía y la hambruna persisten en la punta sur de la isla de Madagascar. Cientos de miles de niños están amenazados por la desnutrición. En el lugar, el padre Jean, fundador de la asociación SOS Toliara, describe una situación dramática y hace un llamado a la ayuda.

Marine Henriot – Ciudad del Vaticano


Los números e informes caen regularmente, y son contundentes: medio millón de niños menores de 5 años sufrirán pronto desnutrición, anunció la UNICEF a finales de julio; esta sequía es la peor en 40 años, según las Naciones Unidas, y la producción local de arroz y maíz ha disminuido casi un 60% en los últimos años.

En el lugar, la población depende cada vez más de la ayuda de las ONG, pero esto no es suficiente y la desnutrición aumenta. Una situación que empeora cada año, principalmente debido al calentamiento global. Según las Naciones Unidas, Madagascar es el primer país en enfrentar una hambruna relacionada con el calentamiento global.

«Siempre es lo mismo, la pobreza siempre aumenta,» se lamenta el padre Jean-Chrys, fundador de la asociación SOS Toliara, que ayuda a la población. El padre Jean proviene del centro de la isla. Salesiano, abandonó todo hace algunos años para socorrer a los habitantes de esta región árida, abandonada por las lluvias y las políticas.

La asociación SOS Toliara ayuda a la población
La asociación SOS Toliara ayuda a la población

Un sentimiento de abandono

«Las personas comen hojas de cactus, evitando las espinas,» nos detalla el padre Jean-Chrys, «muchos niños mueren de hambre.» Desesperados, algunos malgaches llegan a comer trozos de piel de animales, arrojados por los zapateros, «Hacen todo lo posible por encontrar algo para comer, recogen todo

El gobierno sostiene que no hay hambruna en esta región, nos ilustra el fundador de la asociación SOS Toliara, quien también denuncia la corrupción en su país. La ayuda destinada a quienes tienen hambre termina en los bolsillos «de los más astutos

«Sinceramente, nos sentimos realmente abandonados, no hay justicia.,» suspira el padre Jean-Chrys.

Según vaticannew.va.


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